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La UE se opone a incluir la especie como cinegética también al sur del Duero
Medio Ambiente alega que las manadas “afectan gravemente a la ganadería”
El sindicato Asaja pide ayudas: “Si la sociedad quiere lobo, que lo pague”
El pasado 5 de enero, un nutrido grupo de ganaderos impulsados por el sindicato Asaja se manifestó en Valladolid contra el lobo. “Ganado + lobo = ruina”, era el lema de la marcha. El secretario de Asaja en Ávila, Joaquín Antonio Pino, sostiene que los ganaderos no pueden soportar los daños del lobo. “En Ávila hace casi 100 años que no hay lobos, y ahora los ataques al ganado se han multiplicado. Donde no había lobo tiene que desaparecer porque su presencia es totalmente incompatible con la ganadería”.
El lobo ibérico, confinado en los setenta a zonas de Galicia y Zamora y Sierra Morena, se ha recuperado. En 1992, la directiva europea de hábitats fijó que al sur del Duero —entonces, su barrera natural— la especie era de “estricta protección”. Al norte se podía cazar con cupos. El objetivo del plan de conservación es juntar la población del norte con la de Sierra Morena. La expansión de la especie hizo que aumentaran los conflictos con los ganaderos. Asaja estima que en 2007 en Castilla y León hubo unos 400 ataques al ganado y en 2011 unos 1.800, con unos daños que cifra en 1,5 millones de euros.
Por eso Cañete, en su primera reunión en Bruselas con el comisario de Medio Ambiente, Janez Potocnik, el pasado 8 de marzo, pidió cambiar el lobo de anexo, de forma que se pueda ampliar su caza. Según explicó Cañete a la prensa entonces, “el lobo está afectando gravemente a la actividad ganadera”. Por eso destacó “la necesidad de modificar la directiva”.
La respuesta de la Comisión, según explica una portavoz por correo electrónico, es que el cambio “de la directiva de hábitats para una sola especie solo sería posible en el marco de una revisión más amplia destinada a incluir y borrar multitud de especies en función de la evidencia científica y datos sólidos”.
Es lo que ya avisaron los ecologistas por escrito al ministerio, que nadie iba a querer abrir el melón de la directiva. Y que si España intentaba cambiar al lobo de anexo, otros Estados intentarían introducir o sacar otras especies, en un proceso que Bruselas no desea, al menos ahora.
La Comisión explica que ha encargado “un estudio sobre qué metodología sería útil en el futuro si se decide revisar las directivas europeas de protección de la naturaleza”. Hasta que ese futuro llegue —si llega—, la UE recuerda a España que la norma permite excepciones “siempre que no exista ninguna otra solución satisfactoria” para proteger al ganado. Así se autorizan ya batidas controladas por guardas de Medio Ambiente en Castilla y León pero, según los ganaderos, son insuficientes.
El viernes pasado, el ministerio declinó explicar a este diario la negativa de Bruselas. Ayer, en una declaración ante la prensa tras votar en Jerez en las elecciones autonómicas andaluzas, Cañete volvió a defender su idea de ampliar la caza del lobo.
El plan es un empeño recurrente de Castilla y León. En 2008, la Junta aprobó un decreto que permitía el control cinegético al sur del Duero, pero el Tribunal Superior de la comunidad anuló la norma un año después por vulnerar la norma europea. En 2011, el Senado pidió por unanimidad ampliar la caza al sur.
Ecologistas en Acción, SEO/Birdlife y WWF consideraron “completamente equivocada” la petición de Cañete a la Comisión Europea. Alberto Fernández, de la Asociación para la Conservación y Estudio del Lobo Ibérico (Ascel), minimiza los ataques. “Es un argumento pueril. Los ganaderos tienen muchos problemas pero, según sus datos, la mortalidad del ganado por el lobo es del 0,5%, algo que es mínimo”.
El problema es que Castilla y León, al contrario que otras comunidades, no tiene establecido un sistema de compensación directa por daños del ganado. Es una reivindicación histórica de los ganaderos. “Si la sociedad quiere medio ambiente, si la sociedad quiere lobo, que lo pague”, resume el responsable de Asaja.
Además, hay dudas sobre cuántos de los ataques se deben al lobo y cuántos a perros asilvestrados. Un estudio de investigadores de la Estación Biológica de Doñana (del Consejo Superior de Investigaciones Científicas) concluyó en 2010 que la mayoría de los ataques atribuidos al lobo en el País Vasco eran en realidad de perros.
Jorge Echegaray, uno de los autores del trabajo, explica que “la existencia de daños a la ganadería no está relacionada con el número de lobos sino con el tipo de manejo ganadero”. Es decir, que con perros adiestrados, vallados, pastores y vigilancia nocturna se evitan los ataques.
Y relativiza la situación: “El 90% de los ganaderos asturianos [...] apenas acumula cuatro expedientes anuales por daños”. Echegaray añade en un correo: “El balance evidente es que el coste económico del lobo para la ganadería es más que asumible, y además es posible reducirlo. Los ganaderos tienen serios problemas de todo tipo, pero desde luego el lobo no es el mayor, aunque si es un buen argumento para el llanto y para hacerse notar”. Y concluye que no se puede dar la batalla por la supervivencia del lobo por ganada: “El futuro de los lobos ibéricos en España y Portugal depende de apenas 500-650 individuos reproductores distribuidos en al menos 254 manadas”. El lobo ha crecido, sí. Pero aún ocupa menos del 25% del espacio que tenía a principios del siglo XX, cuando se podía encontrar en toda la Península
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