Pizca, Ara, Zape o Liz, son también nombres de la crisis, aunque éstos tienen hocico y cuatro patas. Son animales que esperan su oportunidad en el refugio de la Asociación Salmantina Protectora de Animales y Plantas (Aspap), víctimas del abandono y en muchos casos de una vida no demasiado digna.
La coyuntura económica también afecta a las protectoras de animales, que a pesar de su labor, ven como sus fondos cada día están más limitados, mientras que el trabajo no deja de crecer. Las cuotas de los socios no dan para todo y menos, cuando muchos han visto mermadas sus capacidades económicas, de ahí que la situación de algunos de estos centros sea crítica.
A todo esto, en la protectora de Salamanca había que sumar un contratiempo añadido, como era el que sus actuales terrenos se convertirían en una futura rotonda, tal y como se recoge en los planes del municipio donde se asientan hasta ahora, por lo que era “urgente” buscar una solución alternativa.
Según relata la responsable de la protectora, Fredes Barbero, por ese terreno pagan un alquiler de 430 euros mensuales y era una cantidad a la que les costaba hacer frente, teniendo en cuenta que alimentan cada día a cerca de un centenar de animales, lo que supone entre 35 y 40 kilos de pienso.
Así que se pusieron en marcha para encontrar la forma de continuar con esta labor, que recuerda es “solidaria desde la raíz”. Llamaron a muchas puertas, de instituciones y ayuntamientos durante años, en busca de unos terrenos en los que pudieran asentarse, sin obtener una respuesta. Sin embargo, el destino hizo que esta petición llegara hasta un pequeño municipio al que ni siquiera habían acudido, porque pensaban que otras administraciones mayores tendrían más margen para colaborar en una iniciativa altruista.
El alcalde de El Pedroso de la Armuña, Ángel Gómez, les dio una lección de solidaridad a todos aquellos que cerraron las puertas a Aspap y demostró que una buena acción, siempre tiene cabida en la política municipal. De este modo, “salvó” a un centenar de “almas”, de volver a la calle, a un lugar donde nunca tenían que haber acabado.
Un antiguo prado para pastores
Gómez se confiesa amante de los animales y asegura que del mismo modo se sienten los vecinos de El Pedroso y como ejemplo relata que hace tiempo encontraron por el pueblo a un perro de raza husky y lo cuidaron entre todos durante dos meses, hasta que finalmente se localizó al dueño. Por ese motivo, destaca que sus conciudadanos apoyan esta iniciativa y la han acogido con alegría.
El terreno, de 1.000 metros, era un antiguo prado para pastores, pero tras jubilarse el último, llevaba años en desuso. El alcalde destaca que el ceder la parcela para este fin tan noble no aporta más que aspectos positivos, ya que además de ayudar a una organización sin ánimo de lucro, el pueblo puede verse también favorecido, con futuras contrataciones de personal, si se diera el caso, o como sede de las actividades que lleven a cabo desde la organización de la protectora, como charlas de concienciación o encuentros para la adopción de animales.
Aunque sin entrar a juzgar las razones que han llevado a otros municipios a no tomar una decisión así, el alcalde de este pueblo confiesa no entender porque costó tanto a la protectora encontrar la sede de su nuevo hogar, si para ellos ha sido fácil y les ha supuesto un “coste cero”. Además, añade que fue una cuestión “de sentimientos”, porque como ciudadano cívico le “duele” que los animales se queden en la calle o que se les maltrate y en este sentido espera que se lleve a cabo una labor de concienciación que evite estas circunstancias.
Gracias a este nuevo refugio, el Pedroso tiene algo más de lo que sentirse orgulloso y si ya eran un pueblo solidario, ahora tienen una obra con la que lo demuestran. http://www.diariodesoria.es/el-pueblo-que-amaba-a-los-animales-y-los-rescata-de-la-calle.html
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